DANDO LA CASTAÑA, SÍ, PERO CON DENOMINACIÓN DE ORIGEN
La castaña fresca DOP Marvão-Portalegre es un magnífico producto del Alentejo portugués, muy poco conocido a este lado de la frontera.
Desde hace cientos de años se ha concedido a los romanos la instauración del cultivo del castaño en la península ibérica, otorgándole en muchos casos y por fuentes a priori fiables como el propio Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación en su información sobre la castaña, un origen italiano a la especie Catanea vulgaris (o sativa, que es lo mismo) y en consecuencia a su fruto. Ya parecía algo inquietante —pasaba de castaño oscuro, digamos— que esta especie de las fagáceas tuviera su origen en un país tan cercano, y similar en no pocos hábitats y latitudes, y que no existiera en la península ibérica, pero los relatos mandan incluso en la biología en no pocos casos.
Amanitas cesáreas en el castañar
La cuestión es que no hace demasiado tiempo ciertos estudios polinológicos revelaban la presencia de polen de castaño, al menos en el sector noroeste peninsular, miles de años antes de la llegada de Roma; vamos, que son tan de aquí como los torreznos. Lo que no quita que los romanos perfeccionaran su cultivo a medida que sus tropas se expandían o incluso que lo ampliaran a otras zonas susceptibles de producirlos por climatología y orografía. No olvidemos que no solo su fruto es valioso; su madera, tanto para ebanistería, construcción o cestería, lo es igual o más si cabe. Y por no hablar de su productividad micológica. Pues bien, la castaña salvó de las hambrunas a generaciones hasta que llegó la tinta, una micosis (enfermedad generada por un hongo) que afectó drásticamente a los castaños, de la que se tienen las primeras noticias en España en el entorno de Plasencia, en el siglo XVIII, probablemente procedente de Portugal y de su comercio con especies arbóreas exóticas de la India y Japón. Al expandirse la enfermedad la cosa se puso tan mal que hasta la corona española tuvo a bien intervenir, proponiendo un plan de sustitución del cultivo del castaño por el de la morera y la producción de gusanos de seda; de ahí, y entre otros motivos, el nacimiento de la Real Compañía de Comercio y Fábricas de Extremadura, auspiciada por Felipe V e instalada en la cacereña localidad de Zarza la Mayor, que se dedicada, o al menos así lo intentaron unos pocos años, a la producción de tejidos de seda. Aunque esa es otra historia.
Después vino el chancro, otra micosis, y más recientemente la avispilla, aunque el caso es que algunos castañares, siempre menos de los deseados, siguen sobreviviendo. Pero, curiosamente, y hablando de la puesta en valor de este maravilloso árbol, solo existe en España, y desde el 2019, una identidad geográfica protegida de su fruto: la I.G.P. Castaña de Galicia. Sin embargo, nuestros vecinos de Portugal fueron mucho más allá, creando ya en 1995 la denominación de origen protegida Castanha de Marvão-Portalegre, tan cercana por cierto para los cacereños como desconocida, y que resulta ser solo una de las cuatro DOP de castañas lusas; ahí es nada, y nosotros a por uvas aún. Por cierto, si no conocéis Marvão, Portalegre y la preciosa serra de São Mamede, parque natural además, ya estáis tardando. Y si es en otoño mejor, que la castaña está a punto.
Pierna de cabrito rellena de castañas y setas
¿Y por qué os contamos esto? Pues porque los alegres chicos de Ferguson Estudio hemos hecho un bonito libro titulado Cocina y agroturismo. Región de Extremadura y región de Alentejo, coordinado por la Escuela Superior de Hostelería y Agroturismo de Extremadura y con la colaboración de la Escola de Hotelaria e Turismo de Portalegre, en el que se recogen este y otros productos de ambos lados de la frontera, la raya para nosotros, y en el que además encontraréis estupendas recetas en español, portugués y con locuciones en ambos idiomas. Que seguimos dando la castaña, vamos, pero con denominación, eso sí.
